Proyecto de decreto para que se inscriban con letras de bronce dorado, en el recinto del Palacio Legislativo de San Lázaro del Honorable Congreso de la Unión y en el Salón de Sesiones de la Cámara de Senadores, los nombres de Gustavo A. Madero y Adolfo Bassó.

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Trámite

La parte relativa a la inscripción en el Muro de Honor de la colegisladora, se remitió a la Cámara de Diputados. La parte relativa a la inscripción en el Salón de Sesiones de la Cámara de Senadores, se turnó las Comisiones Unidas de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias; y de Estudios Legislativos, Segunda.

Sinopsis

Propone que se inscriban con letras de bronce dorado, en el recinto de Palacio Legislativo de San Lázaro de Honorable Congreso de la Unión y en el Salón de Sesiones de la Cámara de Senadores, los nombres de Gustavo A. Madero y Adolfo Bassó.

La propuesta fue presentada de manera conjunta con la Senadora Mónica Fernández Balboa y el Senador Gustavo Enrique Madero Muñoz, tiene como propósito rendir un homenaje a Gustavo A. Madero y al Capitán de Fragata Adolfo Bassó Bertoliat, quienes fueron asesinados en el marco de la denominada Decena Trágica a manos de las fuerzas de Victoriano Huerta.

La historia se conforma en parte, por el legado de las mujeres y hombres que brindaron su vida por amor a la patria. Este fue el caso de dos figuras singulares, Gustavo A. Madero, Hermano de Francisco I. Madero, y Adolfo Bassó, marino de carrera que siempre figuró en las corrientes anti-reeleccionistas. Ambos formaron parte del gobierno del Primer presidente electo democráticamente en México en el siglo XX y ambos corrieron la misma suerte por su negación a deponer las armas durante las refriegas de la Decena Trágica.

Sin duda se trata de dos personajes cuyo recuerdo no es muy sólido en los textos de historia nacional, pues perdieron su vida en el mismo contexto en el cual la perdieron Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, figuras emblemáticas de la Revolución Mexicana y a quienes se ha mantenido vivos en la memoria histórica de la Nación.

Por ello, ante la necesidad de recobrar y reconocer el empeño de dos grandes hombres, leales a la causa maderista e incondicionales de la lucha revolucionaria, se solicitó hacer la inscripción de sus nombres, con letras de oro, en el recinto del Senado de la República, como homenaje permanente a sus acciones y destino.